12.4.08

Fuera de foco

esulta casi increíble que el mensaje de Felipe Calderón el martes por la noche se transmitiera por las televisoras “en cadena nacional” con ese grado de imperfección visual: de hecho con un “fuera de foco” que no es difícil asociar al contenido mismo de las iniciativas que, para decirlo sintéticamente, desvanecen de entrada el triunfalismo de las palabras de su autor.

Desvanecen el triunfalismo de las palabras pero no su carácter de máscaras que ocultan la verdadera intención de la reforma. En el mensaje, Calderón nos habla del fabuloso país que aparecería si fuésemos lo suficientemente responsables como para aprobar su reforma tal cual: el desarrollo y la bonanza serían nuestra permanente actualidad: la “administración de la abundancia”, pero a lo grande. Si no fuera así seguiríamos hundidos en la miseria que nos define: castigo bien ganado por nuestra incapacidad y necedad…

Sí, el gobierno ha tenido que sudar la gota gorda para encontrar algunos atajos que le permitan, con eufemismos y claros atracos a la lógica, dar la vuelta a los mandatos constitucionales. Porque a pesar de la retórica, y de que se ha repetido ad nauseam que la reforma “no privatiza” a Pemex, hilando más fino no es difícil encontrar que la real intención de la iniciativa es hacer posible la transferencia a las empresas privadas de la riqueza de los hidrocarburos. A la corta o a la larga. ¿O de qué otra manera, o por qué otro interés se convencería a las empresas nacionales y transnacionales de invertir en el petróleo, si se quiere, en “asociación”? ¿Los simples contratos de “servicio” u “obra” resultan tan atractivos?

Para un gran número de mexicanos la actitud de Calderón y su obsesión tienen un origen preciso: la insistencia, las presiones, incluso las exigencias de Washington y sus asociados privados y multinacionales. En un momento en que parecen declinar las reservas mundiales de petróleo a Estados Unidos, para hacer creíble su estatus de gran potencia, le es urgente que se descubran (y exploten) yacimientos en el mediano plazo. Con mayor razón en el vecindario. De allí el empeño en la exploración de alta tecnología de las aguas profundas, que satisfacen dicha exigencia estratégica en el mediano plazo al mismo tiempo que en lo inmediato arrojarán ganancias importantes a las exploradoras (no nacionales).

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