20.3.08

Obcecación monetarista

La obsesión por lograr una tasa de inflación similar a la estadounidense se ha convertido, desde tiempos de Salinas, en un formidable obstáculo para el crecimiento acelerado y sostenido de la economía mexicana. Por eso no sorprende que aun después de reconocer que “la actividad económica se desaceleró durante el último trimestre de 2007”, y que “los riesgos a la baja para el crecimiento en nuestro país se han incrementado”, el Banco de México haya anunciado que mantendrá sin cambio —en vez de reducir— su tasa de fondeo bancario, “con miras al cumplimiento de la meta (inflacionaria) de 3% en los tiempos previstos” (Banco de México, Anuncio de Política Monetaria, 14/III/08).

Ahora bien: ¿por qué asumir esa meta de inflación como si fuera mandato divino? En realidad, no existe evidencia de que una inflación de 3% anual sea condición sine qua non de la prosperidad. Más aún, la historia económica universal muestra numerosas experiencias de crecimiento económico con tasas de inflación mayores.

Por ejemplo, Corea del Sur no se ha obsesionado en igualar su inflación con la de Japón, su principal socio comercial (la inflación media en Corea fue de 20.1% anual en los años 70, contra 8.5% en Japón; de 6.1% en los 80, contra 1.7% en Japón; y en el periodo 1990-2007 su inflación fue de 4.5% anual, contra 0.5% en Japón); pero esta flexibilidad en su estrategia macroeconómica ha permitido a Corea del Sur un mejor desempeño en términos de crecimiento económico (9.6% anual en los 70, 9.5% anual en los 80 y 5.8% anual en el periodo 1990-2007).

De igual modo, Chile expandió su PIB a una tasa de 6.9% anual durante el periodo 1984-1994, con una inflación de dos dígitos (16.9% en promedio anual, con una tasa máxima de 29.7% y una mínima de 11.5%); y China logró un crecimiento sostenido a una tasa de 9.2% anual durante los años 1980-1990, con una tasa de inflación de 7.5% anual en promedio; y en los años 1991-2000, un crecimiento más espectacular de 9.6% anual, con una inflación de 11% anual.

¿Por qué México ha de empeñarse en conseguir una inflación de 3% anual, aun a costa del crecimiento económico, del empleo y del bienestar? Ya lo había observado el profesor Joseph Stiglitz: “Hay consenso en que ninguna economía puede tener éxito con hiperinflación, pero no en los beneficios de rebajar la inflación a niveles cada vez más bajos. Hay poca evidencia de que empujar la inflación más y más hacia abajo genere beneficios proporcionales a los costos”.

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