18.1.08

Pemex: decisiones

Resulta imposible consignar aquí los escándalos más sonados del pasado cercano, que han originado los fracasos nacionales que hoy se denuncian, desde la ausencia de desarrollo hasta las debilidades institucionales y, debe decirse, hasta la corrupción que galopa y nos invade por tantos lados.

No podemos dejar de mencionar, por ejemplo, en tiempos de Ernesto Zedillo, al Fobaproa, con su carga delincuencial, deuda además que estamos condenados a pagar varias generaciones de mexicanos, o el crimen de Acteal y la traición a los zapatistas, en la misma época… o las aberraciones del tiempo de Vicente Fox (mínima mención: el intento de que su señora esposa llegara a la Presidencia o el intento de desafuero a Andrés Manuel López Obrador).

Y ya ahora, a sólo un año del ejercicio de Calderón, su “visto bueno” al despido de Carmen Aristegui de su programa en W Radio (¿o fue gestión directa de Los Pinos?) y su intento anunciado de privatizar Pemex. Esto último, como dijo él mismo, porque con “la inversión privada Pemex será más mexicana” (¡!). Esto nos recuerda uno de los argumentos de Salinas de Gortari cuando privatizó la banca: “¡La competencia rebajará el costo de los servicios y éstos serán mejores!”. La verdad es que los servicios han ido de mal en peor y que hoy son mucho más costosos, además de que la banca en México ya no es propiedad de mexicanos sino mayoritariamente de extranjeros, sin que los vendedores hayan pagado siquiera los impuestos del descomunal negocio.

La cuestión de la privatización de Pemex tiene muchas aristas definidas en una expresión sintética: es “la caja chica del gobierno”, bolsa abierta para el gasto corriente. Las cargas fiscales son tan grandes que han hecho imposible la renovación tecnológica y la ampliación de las exploraciones, siendo el origen de la caída abismal de las reservas probadas. Pemex se ha visto despojado de la renta que obtiene de un recurso no renovable, riqueza echada por la borda sin proyectos de industrialización e inversión en la misma industria o en la planta nacional más amplia.

Todo esto nos remite al profundo deterioro de la clase política mexicana, ignorante como pocas y en el abandono de cualquier referencia moral o social.

Ifigenia Martínez ha dicho con razón: “Se saquea la riqueza del subsuelo que pertenece a todos los mexicanos para convertirla en ingresos de exportación. Y la operación subsecuente, industrialización, refinación, petroquímica, todo se ha sacrificado para obtener simplemente la exportación de petróleo crudo”. Es bien sabido que México importa 40% de las gasolinas, que está paralizada su capacidad de refinación y exploración, llegándose a decir incluso que la mejor opción es invertir en nuevas refinerías en EU.

La gran empresa petrolera que es Pemex canaliza tanto dinero al Estado que tiene ya un enorme pasivo, y una caída significativa de los precios desencadenaría la crisis. No obstante que los precios del petróleo son los más altos de la historia, y que México está exportando más crudo que nunca, Pemex paga 60% de sus ingresos en derechos e impuestos, lo cual le impide invertir productivamente y reducir su deuda.

En un nuevo informe del Departamento de Energía de EU se asegura que la incapacidad financiera de Pemex se debe a la cuantiosa transferencia de sus recursos al gobierno federal. “Pemex no tiene suficientes fondos disponibles para exploración y para invertir en acciones que permitan revertir la baja de reservas, debido a la gran cantidad de ingresos de la compañía que son transferidos al gobierno federal”. La falta de recursos de Pemex es uno de los argumentos de quienes se proponen privatizar la empresa, encabezados por Felipe Calderón y el PAN, a lo que ahora se ha sumado una porción importante de los legisladores del PRI. Se asoman la mentira y los intereses que están detrás de los privatizadores.

El problema de Pemex es de manejo técnico pero sobre todo de manejo político. No podemos avalar la tesis retrógrada que ve a países como el nuestro sólo como exportadores de materias primas e importadores de productos industrializados. Por eso pensamos también, al lado de muchos otros mexicanos, que es la hora de la defensa cerrada de Pemex como empresa nacional y que su privatización, aun empezando en retazos, terminaría fatalmente con la privatización del conjunto y con su extranjerización. Nuestra historia está llena de engaños que se precipitan en tragedia.

Asunto político: por eso nos parece tan importante la designación de Porfirio Muñoz Ledo como coordinador del Frente Amplio Progresista, que puede y debe llevar a cabo una defensa intransigente del carácter público de Pemex y una oposición cerrada a su privatización. En la coyuntura tal será una de las primordiales tareas del frente y de su coordinador. La experiencia y probada definición política de Porfirio resultan hoy motivo de optimismo indiscutible. En su origen, el FAP despertó en la izquierda grandes esperanzas, que ahora se renuevan vigorosamente teniendo al frente a un hombre del calibre de Porfirio Muñoz Ledo. Capaz de las decisiones y visiones que hoy requiere el país.

No hay comentarios.: