18.1.08

Experiencia inexistente

Mouriño, hábil para los negocios

Propietario de gasolineras fichadas por Profeco

Es inútil preguntar, pero ¿por qué el país siempre debe pagar las debilidades y excesos del inquilino de Los Pinos en turno? En tiempos no muy lejanos los sufragó con “orgullo de mi nepotismo”, “hermanos” que “nunca tuve” o “incómodo”, según el sexenio, parientes rapaces acomodados en sectores estratégicos (léase cuñados), “amigos íntimos” ubicados en Bucareli (que, dicho sea de paso, terminaron por repartir bicicletas en nombre de dudosas organizaciones “caritativas”), y “presidenta” adjunta (nenes incluidos), entre tantas historias del pasado inmediato.

Parece que esa vergonzosa relación no ha sido suficiente, porque no quitan el dedo del renglón. Así, Felipe Calderón le ha quitado el cascarón a su niño consentido, y ahora lo presume como “el gran genio”, el “cerebro oculto” del sexenio (¡sólo hay que ver los resultados¡), y por lo mismo lo sienta en el Palacio de Cobián sin la menor experiencia para ocupar el cargo, pero con la única gracia de ser su predilecto, lo que ha demostrado hasta la saciedad al designarlo coordinador ejecutivo de su campaña electoral y general del equipo de transición, amén de jefe de la Oficina de la Presidencia de la República y ahora inquilino de Bucareli. Todo producto de su larga experiencia política: dos diputaciones (una estatal, otra federal).

Toda la carrera política, si así puede llamársele, va de la mano de Felipe Calderón. Donde éste se colocara, a su diestra aparecería sentado Juan Camilo Mouriño Terrazo, el flamante secretario de Gobernación de la “continuidad”.

Saldado el pago por el favor del destape en el Rancho Las Palmas (localidad El Zapote, Jalisco), Felipe Calderón le abrió la puerta a Francisco Ramírez Acuña para que por la misma, triunfal, entrara su niño consentido, obviando la inexistente experiencia política del ungido y el efecto negativo que tendrá para el país.

Inexperto en la política, pero habilísimo en los negocios, en especial los relacionados con el poder, y para muestra dos pasajes, publicados en anteriores entregas de México SA: Juan Camilo Mouriño, ex diputado federal que presidió la Comisión de Energía, ex cabeza visible del PAN en Campeche y candidato fallido por la alcaldía de la ciudad capital de dicho estado (todo en tiempos de Felipe Calderón como presidente de Acción Nacional y/o coordinador de la fracción blanquiazul en San Lázaro; como fugaz secretario de Energía, en tiempo de Fox, lo nombró subsecretario de Electricidad), es hijo de un inmigrante español, Carlos Mouriño Atanes, surgido de la chistera como uno de los grandes magnates de aquella entidad, con especialidad en el renglón energético y los contratos con Petróleos Mexicanos.

Propietario del Grupo Energético del Sureste, que opera 38 gasolineras en Campeche, Tabasco y Quintana Roo, Mouriño Atanes también es dueño de Transportes Especializados Ivancar, “al servicio” de Pemex Refinación, amén de atender a otros clientes y a sus propias estaciones de servicio. También acapara en esa zona de la República las franquicias de comida chatarra y otros jugosos negocios.

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