23.10.07

Invasión disfrazada

No a mercenarios y “asesores”

Gran secretismo del FeliPato

¡Oh, George llamó tempranito!

Veinte días atrás, el diputado federal y general de división retirado Roberto Badillo Martínez dijo en San Lázaro a Patricia Espinosa, secretaria de Relaciones Exteriores del gobierno calderonista, en referencia a las negociaciones del llamado Plan México, que puede haber cooperación con Estados Unidos, “pero no humillación a nuestro país; que haya coordinación, mas no entrega de nuestra soberanía (…) no queremos militares norteamericanos disfrazados de civiles en nuestro país, ni tampoco mercenarios, sean civiles o militares, tampoco asesores de ese país en México”.

El militar veracruzano advirtió durante la visita de la funcionaria federal: “no queremos ninguna cooperación que no sea pagada por el gobierno mexicano. El armamento de todo tipo debe ser pagado; vehículos de tierra, helicópteros, aviones y material de comunicaciones deben ser pagados; asesorías y adiestramiento a policías, a militares o civiles mexicanos, deben ser pagados y efectuados fuera de nuestro territorio”. Badillo Martínez había denunciado en la tribuna de la Cámara de Diputados el 7 de septiembre pasado que “la compañía Sy Coleman, de Arlington, Estados Unidos, que presta servicios al Pentágono, está ya solicitando personal con experiencia militar mínima de tres años para ocupar puestos de técnico en centros de operaciones de vigilancia aérea en diversos lugares de Veracruz; que sepa manejar vehículos aéreos no tripulados y con experiencia también en helicópteros y aviones. Estos vehículos aéreos no tripulados cuentan con cámaras de visión nocturna y envío de imágenes en tiempo real y pueden lanzar misiles dirigidos a personas catalogadas como enemigas de Estados Unidos”.

El general Badillo, quien es secretario de la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados, aseguró que en Relaciones Exteriores no conocen la historia de México y dejó asentado que “los funcionarios implicados en esta negociación serán responsables ante la historia”, por lo cual pidió que lo relacionado con el tal Plan México sea tratado de manera abierta y que “el Senado, donde seguramente hay globalizadores, pero también patriotas”, participe, “actuando en defensa de la soberanía de la nación”.

Pero el FeliPato (Zavaleta dixit) ha preferido el secretismo, que no es sino una manera de acomodarse a las órdenes de Estados Unidos. Lo más que se sabe es lo que medios extranjeros revelan, conforme a filtraciones de funcionarios estadunidenses, y lo que algunos burócratas mexicanos de alto nivel (es un decir) sueltan con aire frívolamente optimista y desnacionalizadamente higienizado. Ayer, por ejemplo, se supo que el presidente del mundo le llamó a las 6:45 de la mañana al gobernador de una de las provincias del orbe para informarle que iba a presentar al Congreso del imperio la solicitud de fondos para financiar el programa al que ahora pretenden llamar Iniciativa Mérida, en lugar del Plan México, que es más apropiado en cuanto el pacto de la Casa Blanca y Los Pinos es muy parecido al del país sudamericano, salvo porque allá los asesores, supervisores y entrenadores gringos han llevado uniforme y acá portarían ropas de civil. Tan relacionado está el Plan México con el Colombia que ayer, en la estación radiofónica W de Colombia (parte de la cadena que tiene emisoras en Los Ángeles y Miami, en Estados Unidos; en Panamá y Chile y, desde luego, en México), el embajador de Washington en Bogotá, William Brownfield, comentó que unas “dos semanas” atrás se reunieron en Cartagena representantes de los gobiernos de Colombia, Estados Unidos y México para llegar a acuerdos en asuntos de lucha contra el narcotráfico.

Claro, ayer mismo, ante hechos políticamente consumados (falta la aprobación del Congreso gringo, pero la Casa Blanca ya definió lo que quiere del administrador sureño, y éste ya ha aceptado), la titular de Relaciones Exteriores salió a dar declaraciones insípidas y obvias. Según el rollo oficial, Estados Unidos sólo aportará recursos materiales, pero no habrá soldados extranjeros en México (no, al menos, uniformados) y, según la difusa y confusa secretaria, lo que se está negociando tiene “la única intención de combatir el crimen organizado y que nuestros jóvenes no consuman drogas”. La cándida secretaria del gobierno desalmado escribió en su diario del corazón que las negociaciones se dan “en medio de una relación madura entre ambas naciones”. ¡Oh, cuánta belleza (salvo la mejor opinión del general y diputado y de otros ciudadanos menos “diplomáticos”!

No hay comentarios.: