24.10.07

El caballo de Mérida

La patria puede estar tranquila. El gobierno y muchos declarantes no afectados de sospechosismo izquierdista han asegurado con énfasis incontestable que no hay absolutamente ninguna posibilidad de que soldados estadunidenses traten de profanar con su planta el suelo mexicano. La soberanía nacional no está en riesgo, afirma la generación patriota que está en el poder (encabezada por el mexicanísimo vicepresidente Juan Camilo Mouriño, ¡rediez!), e incluso el charro cantor de Bucareli ha hecho que algunos espíritus nacionalistas se ruboricen cuando ese Vicente Fernández de la Gobernación (Pancho Ramacú) ha mencionado que en realidad los dólares del bushismo para el Plan México, ahora llamado Caballo de Mérida, o Iniciativa Trojan (por la marca de condones, no por la discográfica británica) son un reconocimiento a la excelente lucha contra el narcotráfico que ha librado el presidente Patriot, un verdadero gigante en cuanto al aplastamiento del negocio de los narcóticos (en Estados Unidos hay crisis masiva de consumidores de drogas que ya no reciben el suministro habitual procedente de México, y en este país quiebran grandes negocios y huyen despavoridos los grandes capos, los de sombrero ranchero y los de cuello blanco, a causa de la persecución implacable en su contra, oh, sí).

Patria fuerte y unida (con una secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, muy capaz, persuasiva, enérgica, de primerísimo nivel, una amenaza para los gringos cuando de defender a México se trata), que no debe pensar que los gringos estén abriendo camino para olvidarse de sus supuestas promesas actuales de respetuoso amor cuando consigan lo que quieren (oh, esto ya parece telenovela coproducida por México y Colombia). Ni modo que los buenos vecinos vayan a tener ánimos intervencionistas, tan considerados que han sido de la integridad territorial de su patio trasero (en el ex convento de Churubusco de la ciudad de México se ha montado un museo para recordar las veces que las potencias han respetado leyes y tratados). Tampoco debe generar alarma la simple observación del paquete de interés bélico en que la administración Bush ha colocado el asunto del que no quieren que sea llamado Plan México: junto a las peticiones presupuestales relativas a Irak y Afganistán. Además, ¿para qué querrían los gringos instalar físicamente sus botas militares aquí, si una importante parte de lo que les interesa les va siendo entregado mediante métodos económicos, financieros, tecnológicos y políticos, en especial desde que jugando a la alternancia democrática fue instalado en Los Pinos el primer presidente gringo nacido en México? (lo más vergonzoso de todo es que, en un descuido, el huevo intervencionista tan cacareado ni siquiera se logra: ya hasta la Hillary ha dicho que se opondrá al pedido bushista de dinero, no por lo que se refiere a México, sino por las tropas gringas en Irak y Afganistán).

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