Una parte de los empresarios que organizaron y financiaron la pauta propagandística de agresión a un candidato presidencial en 2006 (para favorecer a quien finalmente fue impuesto, mediante esas y otras trampas, como avecindado de Los Pinos) ha recibido Aeroméxico en pago de méritos hechos en campaña (electoral). José Luis Barraza, que fue presidente del Consejo Coordinador Empresarial el año pasado, y en esa condición fungió como responsable del gasto supermillonario hecho contra López Obrador sin que el IFE se atreviera a frenarlo a tiempo, aparece ahora en las grandes ligas económicas como coordinador de inversionistas premiados con la mencionada línea aérea (en realidad, Barraza es un pelele de los verdaderos capitalistas, de tal manera que, en congruencia con esa condición que comparte con otros personajes de las alturas, la línea podría ser denominada no Aeropinos, sino Aeropelele).
La maniobra de retribución de favores fue tan descarada que otros participantes en la “subasta”, Moisés y Alberto Saba, señalaron con claridad las irregularidades que fueron cometidas para beneficiar a Barraza y Banamex. En dos días consecutivos, dijeron los Saba, se utilizaron “criterios distintos para casos idénticos”. Pero sabedores de que es necio pelear contra decisiones tomadas en las entrañas de un sistema del que ellos también forman parte, desecharon la posibilidad de guerrear jurídicamente. Perdieron, o les hicieron perder, porque, a 27 segundos de que se cerrara el plazo establecido para hacer propuestas, los Barraza-Banamex (sí, Roberto Hernández, antes beneficiado por Fox, ahora por F.C.) atinaron milagrosamente a hacer una oferta más alta que la de los Saba. Veintisiete segundos, es decir, una cifra parecida, por citar algo, a un 0.56 por ciento de diferencia en votos. El oportuno pitazo interno permitió que los empresarios originalmente designados para ganar se quedaran con Aeroméritos (y, los Saba, con Aero ya merito), empresa que en 2006 había entregado, en comodato electoral, Hummers en forma de espots. Deudas son deudas.
La maniobra de retribución de favores fue tan descarada que otros participantes en la “subasta”, Moisés y Alberto Saba, señalaron con claridad las irregularidades que fueron cometidas para beneficiar a Barraza y Banamex. En dos días consecutivos, dijeron los Saba, se utilizaron “criterios distintos para casos idénticos”. Pero sabedores de que es necio pelear contra decisiones tomadas en las entrañas de un sistema del que ellos también forman parte, desecharon la posibilidad de guerrear jurídicamente. Perdieron, o les hicieron perder, porque, a 27 segundos de que se cerrara el plazo establecido para hacer propuestas, los Barraza-Banamex (sí, Roberto Hernández, antes beneficiado por Fox, ahora por F.C.) atinaron milagrosamente a hacer una oferta más alta que la de los Saba. Veintisiete segundos, es decir, una cifra parecida, por citar algo, a un 0.56 por ciento de diferencia en votos. El oportuno pitazo interno permitió que los empresarios originalmente designados para ganar se quedaran con Aeroméritos (y, los Saba, con Aero ya merito), empresa que en 2006 había entregado, en comodato electoral, Hummers en forma de espots. Deudas son deudas.
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