Por más optimismo que derroche ante públicos cautivos, Calderón, el presidente del oficialismo, atisba el año en curso con urgencias inocultables. Sus primeras reacciones han sido fanfarronas: afirma estar entrenado para enfrentar álgidas circunstancias y hasta siente un poco de emoción ante la adversidad, confesó a banqueros reunidos en Acapulco. Haciendo caso omiso de tales baladronadas, el descontrol de las bolsas de valores en el mundo entero se acentúa y generaliza como llamada de emergencia inicial. Lo negro del panorama vendrá después y apunta hacia los aparatos productivos. La economía real será la afectada y la de México no saldrá impune de los oleajes sino que, con predicha seguridad, quedará contaminada por la inminente recesión estadunidense.
23.1.08
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