9.1.08

El TLCAN de Los Pinos

Déficit comercial, nulas ganancias, agroindustria en quiebra, entre los resultados

Para todos aquellos quiméricos que creían inminente la rápida cuan nacionalista reacción gubernamental para renegociar el capítulo agropecuario del TLCAN, una nueva desilusión, porque el inquilino de Los Pinos pintó su raya y dejó en claro que no hará el menor esfuerzo para mejorar la deprimente situación del campo nacional, y que, por si hubiera dudas, prevalecen sus intereses.

Ante la insistencia (tardía, en la mayoría de los casos) de organizaciones campesinas y de productores, analistas y académicos, partidos políticos y legisladores y, ahora, (¡alabado sea el Altísimo!) hasta la Iglesia católica, sobre la urgencia de renegociar el tratado trilateral de América del Norte, el michoacano dijo tomen su revisión, porque “el TLCAN, negociado hace ya casi 15 años con los naturales convenientes e inconvenientes propios de un acuerdo de esta naturaleza en el nivel agregado, ha sido benéfico para el país. Los países de la región compran hoy a agricultores mexicanos casi cinco veces más que en 1994, la mayor parte de la inversión, del empleo formal e incluso los salarios mejor pagados desde 1994 han estado en los sectores vinculados a este tratado; somos el segundo proveedor de productos agropecuarios a Estados Unidos y el tercero de Canadá”.

Eso dijo, aunque toda la información, incluso la oficial, desmienta su discurso. De entrada, México compra más productos agropecuarios estadunidenses que a la inversa, de tal suerte que va en aumento el déficit en esa balanza comercial, y sería mayor si se excluyen las crecientes exportaciones cerveceras y tequileras; la inversión extranjera directa en cuestiones agrícolas es raquítica y apenas representa 0.2 por ciento del total acumulado de 1999 a 2007, e incluso en el primer año del gobierno calderonista se registró desinversión en esta actividad; en el empleo agrícola formal registrado en el IMSS se observa una pérdida cercana a 100 mil plazas laborales de 1994 a noviembre de 2007, y los “salarios mejor pagados”, en el mejor de los casos, resultan cuando menos diez tantos inferiores a los que se cubren en Estados Unidos por la misma actividad, de tal suerte que su tesis defensora cae estrepitosamente por los suelos. Además, las frutas, legumbres y hortalizas frescas representan 65 por ciento de las exportaciones agroalimentarias del país, y de últimas se concentran en unos cuantos exportadores. Eso es lo que vendemos a Estados Unidos en este renglón.

Pues bien, todas las cifras citadas corresponden a entidades gubernamentales; no provienen de energúmenos pertenecientes al círculo rojo (Fox dixit). Por ejemplo, de acuerdo con información de la Sagarpa (que utiliza el truco de incluir maquiladoras para aminorar el resultado negativo), la balanza comercial agroalimentaria registró un déficit cercano a 5 mil millones de dólares entre 2005 y 2006. En 2006 las exportaciones agroalimentarias mexicanas a Estados Unidos sumaron 13 mil 922 millones de dólares, pero importamos productos de ese tipo por 16 mil 55 millones.

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