La acusación me parece grave. La hizo el jueves Andrés Manuel López Obrador en mi programa de radio De 1 a 3:
“Detrás de este afán privatizador está el interés del grupo Calderón-Mouriño, de hacer negocios para una minoría y sobre todo para darle entrada a intereses extranjeros. Han manejado una serie de mentiras, ese spot manipulador y toda esa campaña costosísima”.
El que acusa está obligado a probar, según el viejo principio jurídico. El acusado tiene derecho a exigir pruebas. López Obrador reiteró: “Detrás está el interés de lucro, la codicia de este grupo de Calderón-Mouriño que quieren montarse en el negocio del petróleo. Nosotros no podemos permitir esto porque estaríamos entregando lo que es del pueblo a un grupo de ambiciosos. Pero, sobre todo mientras el petróleo permanezca como propiedad de la nación tenemos los mexicanos la esperanza en convertirlo en palanca de desarrollo para industrializar a México, crear empleos, fortalecer el mercado interno, bajar el costo de la luz, del gas, de las gasolinas”.
Invité a hablar a López Obrador como he invitado al presidente Felipe Calderón, al secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y al director general de Petróleos Mexicanos, Jesús Reyes Heroles. El Presidente acusó recibo, Mouriño no contestó, pero días después estuvo en seis noticiarios de radio y en uno de televisión, repitiéndose en todos las mismas preguntas y respuestas, y el señor Reyes Heroles me dijo que sí, luego que más tarde y lo sigo esperando. Esto explica por qué se presenta López Obrador en mi programa. Porque él acepta y otros prefieren hablar donde se sienten más cómodos. Allá ellos.
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