4.5.08

PAN con lo mismo

Cada semana nos entera-mos de algún nuevo capítulo vinculado a la corrupción. Una fechoría más de los Bribiesca, un nuevo abuso de los viajes de Sergio Vela, el director de Conaculta, datos adicionales sobre las obras mal habidas en el aeropuerto de la capital o en la magna Biblioteca, o simplemente la fortuna que habrá de regresarse a Unefon con intereses por errores de un funcionario. Desde luego no es un panorama nuevo. Los priístas nos acostumbraron a convivir con el cohecho y a asumir la corrupción como el telón de fondo de la vida nacional. Pero esperábamos más de los panistas y sus gobiernos de alternancia.

Vamos, los priístas nunca presumieron de honestidad. Los panistas, en cambio, hicieron de la crítica a la corrupción la columna vertebral de su plataforma a lo largo de seis décadas como partido de oposición. Sabíamos que el PAN carecía del oficio político de su rival y dábamos por descontado que cometerían novatadas de diversa índole. Pero al menos suponíamos que pondrían en práctica algún programa más o menos radical de renovación moral.

Sin embargo, resultaron iguales o peores. Muchos tenemos la sensación, incluso, que los gobiernos de Fox y de Calderón son más tolerantes con los abusos de los suyos, que el último gobierno priísta. Ernesto Zedillo terminó metiendo a la cárcel al hermano del presidente a quien le debía el puesto y prácticamente mandó al exilio político a su antecesor. En términos comparativos, lo que hizo Zedillo equivaldría al procesamiento judicial de Marta Sahagún y sus hijos por las muchas evidencias de desviación de fondos y enriquecimiento inexplicable.

Ciertamente los priístas cobijaban a los suyos, pero solían dar prioridad a la eficacia política. Es decir, estaban dispuestos a sacrificar a un correligionario si eso beneficiaba sus propias causas, incluyendo la estabilidad o las necesidades electorales. Calderón, en cambio, prefiere mantener a su secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, porque es su delfín, o a Sergio Vela porque es su amigo, o nombrar como procurador del Medio Ambiente al ex gobernador Patrón Laviada, conocido antiecologista, por el pago de favores. El combate a la corrupción no parece estar entre sus prioridades.

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