28.5.08

os compromisos de Calderón, sólo en el micrófono

Vicenlipe Foxderón brincó ayer a la palestra, tomó el micrófono y al público en general hizo saber que en el mejor de los casos, y sólo en el mejor, sus promesas (en especial aquella de “para vivir mejor”) de campaña, reiteradas ya como inquilino de Los Pinos, se cumplirían parcialmente y al final del sexenio.

Resulta que el interminable inventario de compromisos por él asumidos (“salto hacia adelante”, majestuoso crecimiento producto de la “solidez” macroeconómica, generación de empleo garantizada por el “presidente” del ídem, pago de la deuda social y tantos otros capítulos de la versión corregida y aumentada del cuento de la lechera que insistentemente ha narrado a lo largo de 18 meses de estancia en Los Pinos) sólo se ha cumplido en el micrófono (como al de las ideas cortas y la lengua larga le consta) y mediante el indiscriminado uso del aparato propagandístico, aunque ya dijo que si las cosas caminan bien, el Altísimo interviene a su favor y la madre Tonatzin ahora sí le echa la mano a los blanquiazules, en el último año de su sexenio se llegaría a satisfacer tan sólo 60 por ciento de la demanda real de empleo (800 mil puestos de trabajo, dice), se registraría un crecimiento del PIB de apenas 5 por ciento y –aquí ni cómo ayudarle– “se reduciría la pobreza extrema, la pobreza alimentaria, cuando menos en 30 por ciento”.

Sexta intentona al hilo de un “programa nacional” de suyo complicado de aterrizar, pero imposible de lograr con el mismo manual, el mismo librito, las mismas personas, creencias y privilegios, repitiendo los mismos errores y cometiendo los mismos excesos que en cada uno de los cinco intentos previos. Se trata del ahora llamado Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo, una suerte de “brazo financiero” de otra quimera intitulada Plan Nacional de Desarrollo, originalmente Plan Global de Desarrollo que en 1980 armó Miguel de la Madrid, junto con Carlos Salinas de Gortari, desde la Secretaría de Programación y Presupuesto.

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