16.11.07

Fraude, México 2006

El mito (nada genial) de la limpieza electoral de los comicios presidenciales del año pasado no ha resistido el (mínimo) paso del tiempo. Instalada en su momento como dogma de fe por concesionarios de medios electrónicos de comunicación y por empresarios del periodismo escrito, y repetida a veces entre burlas y a veces con solemnidad papal por locutores, conductores, comentaristas, columnistas e intelectuales acomodaticios, la fábula de la hazaña cívica que habría parido un resultado comicial muy cerrado (pero, ¡eso sí: absolutamente verídico y confiable!) fue desmentida de manera categórica y autorizada por varios inventores de la ficción que, en un desfile de cinismo increíble, han ido revelando detalles de las maquinaciones que influyeron en un desenlace precario. Allí están Fox hablando de desquites, Elba Esther y sus interceptadas llamadas a gobernadores priístas para “vender” sus favores electorales y Manuel Espino hablando de la manera como mandatarios del tricolor fueron convencidos de ayudar al PAN, hasta llegar a una confesión histórica e institucional: la remoción sin gloria del propio consejero presidente de ese instituto impugnado y de otros dos consejeros, en un primer tramo de presunto saneamiento. A confesión de Ugalde, relevo de pruebas: “Si el Congreso aprueba la remoción de los consejeros electorales estaría aceptando que, políticamente hablando, hubo fraude electoral en 2006, porque no se podría entender de otra manera por qué tenemos que irnos cuando hemos cumplido de manera legal con nuestra responsabilidad”, dijo el presidente del IFE, según nota de Alonso Urrutia publicada en La Jornada el pasado 29 de agosto.

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