Se ha dicho que es infame la iniciativa de Felipe Calderón sobre el petróleo por su contenido desnacionalizador y entreguista, y porque violenta disposiciones de la Constitución, no por la vía declarada sino al modificar leyes reglamentarias.
También se ha dicho que la iniciativa privatizadora obedece a instrucciones del exterior, concretamente del aparato financiero, industrial y militar de Estados Unidos, y de los “tanques de pensamiento” que proyectan el futuro de ese país para que prevalezca como gran potencia.
Para nosotros es esencial mantener el petróleo como pilar de la soberanía nacional y palanca del desarrollo. Pemex necesita transformaciones que le permitan cumplir sus funciones estratégico-nacionales y que desechen de una vez por todas su función de “caja chica” del gobierno, con su cauda de corrupción y del desmantelamiento que ha sufrido, entregado al capricho de quienes lo saquean. Es necesario mantener a Pemex como parte inalienable de nuestro patrimonio pero, además, afirmarlo como piedra angular de independencia y desarrollo democrático-popular, como quería Lázaro Cárdenas en la expropiación...
Resulta extraordinaria la coincidencia de la iniciativa Calderón con los análisis de estrategas de política y economía de EU, tanto que parece dictada allá y acatada por Calderón. Ignominia y vergüenza para el país que el pueblo de México debe rechazar, con indignación pero también proponiendo mejores vías para su futuro.
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