3.4.08

Distribuir la riqueza

...Vicente Fox, el Ilustrado, fue el primero que tradujo su plan de negocios al lenguaje popular: “vocho, changarro y tele”; a medio sexenio el modelo automovilístico aludido fue descontinuado, el foxismo olvidó la consigna y acuñó otra, igualmente fantástica: “Enciclomedia”. Su plan de negocios conyugal (para distribuir la riqueza primero hay que ponerla en manos de los hijastros) fue manejado con discreción con el propósito de evitar turbulencias innecesarias. A estas alturas del calderonato algunos se estarán preguntando si al país no le habría ido menos peor con la mamá de los hijitos al frente del gobierno federal, que era la segunda parte del plan foxista. Pero la sociedad en su conjunto –¡oh, ingrata!– repudió la posibilidad y el resto es historia conocida: la oligarquía evitó la entrega de la Presidencia a quien la ganó, y haiga sido como haiga sido, un joven mayordomo despe- dido terminó como príncipe heredero.

A Felipe Calderón hay que reconocerle el mérito de la improvisación adaptable y sobre la marcha, sobre todo ahora, cuando los acontecimientos adquieren un ritmo vertiginoso: el plan de negocios ha pasado de rebasar por la izquierda, a derrotar al narco, de eso a escarbar en aguas profundas y tal vez esta semana nos enteremos que todo es más simple: para distribuir la riqueza pública entre Hildebrando y Juan Camilo, primero hay que regalársela a Repsol, Halliburton y compañía. Luego no digan que no evolucionamos.

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